Plena inclusión Aragón dice #NoalaBrecha salarial de género
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- Las diferencias salariales por género se acentúan de forma acusada en el caso de las mujeres con discapacidad, más aún si esta es de tipo intelectual
Este martes, 22 de febrero, se ha celebrado el Día de la Igualdad salarial de género, una jornada reivindicativa para denunciar que las mujeres cobran menos dinero que los hombres en sus trabajos. A esta diferencia de sueldos se le llama brecha salarial. Y es una lacra que hay que eliminar para construir un mundo en el que todas las personas cuenten con las mismas oportunidades de progreso.
La brecha salarial de género es el resultado de una serie de factores sociales y económicos que impiden que las mujeres puedan tener una igualdad salarial en comparación con los hombres. Pero esto no significa que una mujer gane menos dinero que un hombre por hacer el mismo trabajo, porque eso está prohibido. Se trata de algo más sutil: los empleos peor pagados y con condiciones más precarias y con alta temporalidad corresponden a sectores altamente feminizados, es decir, aquellos que casi siempre suelen desempeñar las mujeres, como la limpieza o los cuidados a personas dependientes. Por el contrario, los sectores económicos con retribuciones más elevadas están copados en su mayoría por hombre.
Además, la brecha salarial de género también está relacionada con la falta de representación de las mujeres en altos cargos. Ellas encuentran mayores dificultades para ascender en sus trabajos, por lo que menos mujeres acceden a los puestos mejor remunerados. Esto es en buena medida el reflejo de una falta de corresponsabilidad en el ámbito doméstico y en los cuidados. Hasta que no se aborden todas estas diferencias sociales y económicas entre mujeres y hombres, será complicado que estos cambios se reflejen en las retribuciones de las mujeres.
Plena inclusión Aragón, dentro de su plan de responsabilidad social, financiado por la Fundación ONCE, alinea su labor con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Y la brecha salarial de género es un torpedo en la línea de flotación de dos de los ODS: el número 5, que propugna la igualdad de género, y el 8, que defiende el trabajo decente. Por ello, desde la semana pasada, la asociación está lanzando mensajes en sus redes sociales para concienciar sobre la brecha salarial de género, escritos en un lenguaje sencillo que ayude a las personas con discapacidad intelectual a comprender este fenómeno. Han acompañado a esta campaña los hashtags #NoalaBrecha y #PlenaIgualdadSalarial.
Dentro de su responsabilidad social, Plena inclusión Aragón realiza pequeñas campañas de comunicación con motivo de fechas destacadas cuya finalidad es promover cambios que contribuyan a hacer realidad la Agenda 2030, especialmente si afectan a los derechos de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo. Una de esas fechas es el 22 de febrero, Día de la Igualdad salarial. Y es que, una vez más, las mujeres con discapacidad sufren en mayor medida que la media este problema.
Los salarios de las personas con discapacidad presentan en España una evolución negativa en los últimos 10 años respecto al conjunto de la población, y esta tendencia se acentúa más en el caso de las mujeres con discapacidad, lo que provoca que estas se encuentren en una situación de mayor discriminación y vulnerabilidad.
Desde 2010 hasta 2019 (últimos datos disponibles del INE), el salario de las personas con discapacidad apenas se ha incrementado un 0,10%, lo que se traduce en un aumento de solo 20 euros en nueve años. Sin embargo, el salario medio de las personas sin discapacidad se ha incrementado un 7,3% en los últimos nueve años. Estos datos evidencian que el salario de las personas con discapacidad es un 16,1% inferior al de las personas sin ella, lo que se traduce en que las primeras cobran anualmente unos 4.000 euros menos que las segundas.
En el caso de las mujeres con discapacidad, la situación es todavía más desfavorable. La evolución de su salario es claramente peor, y su retribución actual es un 2,5% inferior a la percibida en 2010, es decir, las mujeres con discapacidad cobran casi 500 euros menos que en el año 2010.
Una vez más, se aprecia doble discriminación, por género y discapacidad, puesto que las mujeres sin ella han mejorado su salario medio un 10,2% en los últimos nueve años, para elevar la diferencia salarial entre mujeres con y sin discapacidad hasta el 13,3%.
Por otra parte, la menor edad también incide en la precariedad salarial, por su menor experiencia, lo que se refleja en que el salario de las mujeres más jóvenes con discapacidad ascendía en 2019 a 12.478,20 euros brutos anuales, es decir, unos 2.400 euros anuales menos que para las mujeres jóvenes sin discapacidad, y 2.006 euros menos que para los hombres jóvenes con discapacidad.
Por tipo de discapacidad, el salario de las personas con discapacidad intelectual suele tener la cota más baja, con apenas 13.136 euros brutos anuales. En este grupo de personas, las mujeres reciben un salario aún más bajo, de sólo 11.390,70 euros en doce meses.