Marianna Martínez: “En la pandemia le hemos dado sentido al concepto de vivir en comunidad”
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En esta entrevista a Marianna Martínez, miembro de ‘Frena la Curva’, la investigadora de la Universidad de Zaragoza habla sobre las enseñanzas que la crisis del covid-19 ha dejado en los movimientos sociales que tratan de generar lazos comunitarios entre las personas, y construir barrios más acogedores e inclusivos. Marianna participa durante este mes de junio en ‘Construye comunidad’, una iniciativa promovida por PlenaLab, de Plena inclusión, en la que participan diversos colectivos sociales y asociaciones ciudadanas.
Por José L. Corretjé. Plena inclusión España
- ¿Cómo surge ‘Frena la Curva’ y cuáles son para ti los principales logros?
- Frena La Curva surge de la ciudadanía, por la ciudadanía y para la ciudadanía a través de un conjunto de personas que pudieron prever una oleada de solidaridad. La plataforma nació para poder canalizar la energía social y la resiliencia cívica con el objetivo de dar respuestas a las necesidades de la población y frenar la curva de la pandemia. Esta iniciativa ha sido capaz de poner a las personas en el centro de los procesos. También ha sabido visibilizar y articular al tejido ciudadano con el territorio generando impacto social. Ha convertido a la ciudadanía en agentes activos en la canalización de necesidades. Cada persona que ha estado presente en el mapa de Frena la Curva ha sido una chincheta que ha servido para trascender la solidaridad y convertirla en activismo positivo y participativo. Nació en Aragón, pero ya ha sido replicada en más de 15 países como ejemplo de innovación abierta.
- ¿Crees que con la crisis del covid-19 se ha despertado una movilización social pegada a lo local?
- Sin ninguna duda. Desde Frena la Curva hemos dado visibilidad a los movimientos ciudadanos locales y redes de apoyo que se han creado para dar respuestas a muchas necesidades y de diversa índole, como por ejemplo: refuerzo del apoyo educativo, movilización de asociaciones y personas que distribuyen alimentos, realización de actividades de ocio virtual, compra de medicina para quienes no pudieron salir durante el confinamiento, etc. La crisis ha estrechado los lazos vecinales y disparado la colaboración. Ante la pandemia nos hemos abrazado al valor de las personas y le hemos dado sentido al concepto de «vivir en comunidad».
- ¿Cuál es su futuro cuando se acabe el confinamiento?
- Frena la Curva ha desarrollado una serie de áreas de trabajo agrupadas en ‘Desafíos’ que nos son comunes y que permitirán dar respuesta a esas necesidades de la población detectadas en fase de pandemia. Fueron diez en total y sobre diversos temas: cuidados, ámbito rural, soledad de personas mayores, transición energética, salud Mental, etc. Uno de estos proyectos es ‘Libros que Unen’, un proyecto precioso que nace para dar respuesta a la brecha digital. Es un programa de aprendizaje donde ya se han editado y entregado 11.800 ejemplares a niños y niñas a domicilio en Aragón, a escolares que reciben beca y con conectividad limitada, con edades comprendidas entre 6 y 12 años y aplicando tertulias literarias. A fecha de hoy, hay 620 escolares inscritos en el programa de tertulias literarias dialógicas y 84 personas voluntarias. Cada persona voluntaria se ha organizado para tener entre 4 y 8 escolares y hacer tertulias dialógicas literarias con ellos/as.
- Se le podría hacer la crítica de que son acciones asistencialistas. ¿Cómo transformarlo en otras que generen autonomía?
- Creo que Frena la Curva es una iniciativa generosa. Hay que conocer las fases de la misma para valorar su evolución. Creo que hay que tener presente que una pandemia como la del covid-19 muestra elementos de las crisis humanitarias que afectan a las sociedades. Y las crisis humanitarias hay que gestionarlas desde lo urgente, desde el «cronómetro». También hay que generar acciones que concedan autonomía se enfoca en gestionar lo que importa desde la «brújula». En los espacios locales creo que se espera que los barrios se autogestionen, sean más autónomos y que mantengan y fortalezcan las redes que se han creado para seguir dando respuestas a las necesidades de lo local más allá de la solidaridad.
- ¿Qué virtudes le ves a la experiencia de ‘Construye comunidad’ y a otras que unen a gentes diversas en la transformación del territorio?
- Yo creo que la virtud más importante está en su título ‘Construye Comunidad’, porque es una invitación a reflexionar primero sobre este concepto: si estamos en ella, si lo estamos bajo qué elementos o si no lo estamos ¿Cómo podemos generarla? ¿Bajo qué prismas? Otro hallazgo es la invitación a generar alianzas y poner en valor el trabajo colaborativo con base en la diversidad y mixtura de seres y saberes. Creo que uno de los aprendizajes de este covid-19 es que nos hemos dado cuenta que ante la pandemia todos somos iguales y que además nos necesitamos. Este aspecto es central cuando ponemos a las personas en el centro de los procesos. Abrimos una oportunidad para generar mejores sociedades, barrios, comunidades. Podemos construir comunidades más generosas, abiertas, cercanas y diversas donde nadie sobre y donde cada persona puede aportar. Como decía Séneca: «Seamos más humildes y será más fácil imaginar y crear un futuro igualitario y saludable para la población y por ende, que garantice un auténtico bienestar”.