Plena inclusión hace balance de los primeros resultados del proyecto ‘Mi Casa: una vida en comunidad’ con actos simultáneos en siete comunidades autónomas

‘Mi Casa: una vida en comunidad’
es un proyecto de Plena inclusión España
y 7 de sus federaciones autonómicas
que quiere cambiar las vidas de miles
de personas con discapacidad intelectual,
autismo y parálisis cerebral
que viven en instituciones.

Queremos modificar las políticas
para que todas estas personas
puedan vivir en barrios y pueblos
como el resto de personas
y tengan una vida normal
relacionándose con vecinos,
comerciantes, etc.
y tomando sus propias decisiones
sobre todo lo que afecta a sus vidas.

Por eso, hemos logrado
que más de 250 personas
puedan salir de sus residencias
para vivir en casas en pueblos o ciudades.
La mayoría de ellas son personas
con muchas necesidades de apoyo.

El proyecto se desarrolla
desde el año 2022
y ha logrado ya importantes resultados
en las personas con discapacidad,
los profesionales y las organizaciones
que les apoyan.

Las 7 federaciones de Plena inclusión
implicadas en el proyecto
han querido compartir estos resultados
en diferentes actos en los que han participado
las personas con discapacidad, sus familiares,
las profesionales que les apoyan
y sus amigos y vecinos.

La primera parte de estos actos de celebración
tuvo una conexión desde Madrid
con las personas responsables
de la coordinación del proyecto.

En Aragón, el acto se celebró

en el Centro Joaquín Roncal de Zaragoza.

 

Primeros resultados

El INICO evalúa el proyecto.
El INICO es un instituto de investigación
que depende de la Universidad de Salamanca.

Según el INICO
el proyecto ha mejorado
todas las dimensiones de calidad de vida
de las personas con discapacidad
que viven en las casas y pisos.

Por ejemplo, han mejorado:

  • Su autodeterminación,
    porque ahora pueden tomar más decisiones.
  • Sus relaciones con otras personas,
    y con ello, su desarrollo personal.
  • Sus posibilidades de reivindicar
    sus propios derechos.

Además, se han reducido:

  • El número de medicamentos
    que tienen que tomar.
  • Las conductas que preocupan
    a sus familiares y profesionales de apoyo.

 

¿Qué opinan las familias?

Las familias están contentas
con el apoyo de los profesionales
y la importancia de participar
en los círculos de apoyo.
Pero dicen que hay que seguir mejorando
la participación de la comunidad
y la comunicación.

 

¿Qué opinan los y las profesionales de apoyo?

Ellas y ellos han valorado mucho las formaciones
dentro del proyecto.
Y piden seguir formándose
sobre todo en metodologías
para prevenir malas conductas.

Dicen también
que tienen mejor relación
con las personas con discapacidad
y más tiempo para investigar
qué quieren hacer estas personas,
con quién quieren relacionarse, etc.

 

2024: fase de escalado

En 2024 tenemos que lograr
que el proyecto pueda ser sostenible.
Esto significa que el proyecto
pueda continuar en el futuro.
Para eso, debemos convencer a las autoridades
de que las personas tienen más oportunidades
si viven en la comunidad.

Para eso, tenemos que comunicar
los resultados que tengamos
y difundir todos los datos
en eventos y reuniones
con los ayuntamientos y comunidades.
a esto le llamamos la fase de escalado.

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El proyecto ‘Mi Casa: una vida en comunidad’ de Plena inclusión ha rebasado el ecuador de su ejecución. Es hora de hacer balance de su fase de experimentación, desarrollada entre enero de 2022 y junio de 2023, para adentrarse en la fase final de escalado, que se prolongará hasta finales de 2024.

Esta iniciativa pretende cambiar las vidas de miles de personas con discapacidad intelectual, autismo y parálisis cerebral que viven en residencias y grandes instituciones. ‘Mi Casa: una vida en comunidad’ apuesta por promover la transición de entornos residenciales hacia viviendas integradas en la comunidad, en donde estas personas tengan oportunidades de participar en la sociedad, como ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho, y de relacionarse con su entorno y acudir a comercios, asociaciones y lugares de ocio en la comunidad.

Frente al modelo de servicios sociales residenciales macroinstitucionales dominante en España, este proyecto de carácter experimental promueve un modelo alternativo de cuidados de larga duración, en el que las personas realizan esa transición desde residencias a viviendas en vecindarios de pueblos y ciudades, con apoyos individualizados. Sin embargo, no solo busca ese mero traslado, sino acompañarlo de apoyos y relaciones estables en esos barrios para lograr una verdadera inclusión de las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo.

La importancia real del proyecto no solo reside en la creación de más de 250 plazas residenciales adscritas a este modelo alternativo, sino en el conocimiento que va a generar, cuya transferencia a la Adminsitración pública servirá para ir avanzando en la implantación de dicho modelo.

Plena inclusión España, y las siete federaciones autonómicas participantes en el proyecto, entre ellas Plena inclusión Aragón, celebraron el pasado martes sendos encuentros en sus respectivos territorios, precisamente para presentar los resultados obtenidos en durante el primer año y medio de ejecución. Un paso fundamental para adentrarse de lleno en su última etapa, en la que se pretende, entre otros muchos objetivos, dar a conocer los aprendizajes obtenidos, hacer incidencia política para el mantenimiento de las viviendas y su generalización, así como fomentar la participación en la comunidad de las personas con discapacidad intelectual usuarias de los servicios de centro de día y/o ocupacional de las entidades participantes.

Las siete federaciones de Plena inclusión implicadas en el proyecto quisieron compartir estos resultados en diferentes actos en los que participaron las personas con discapacidad, sus familiares, las profesionales que les apoyan y sus amigos y vecinos. La primera parte de estos actos de celebración incluía una conexión desde Madrid con las personas responsables de la coordinación del proyecto en cada territorio.

El Instituto Universitario de Integración en la Comunidad (INICO) es el organismo encargado de la evaluación del proyecto. Y los primeros resultados no pueden ser más prometedores. Según este instituto de la Universidad de Salamanca, el proyecto ha mejorado todas las dimensiones de calidad de vida de las personas con discapacidad que residen en las viviendas de Mi Casa.

Por ejemplo, han mejorado su autodeterminación, porque ahora pueden tomar más decisiones que cuando vivían en entornos instucionalizados. También han aumentado sus relaciones interpersonales y, con ello, su desarrollo personal, además de sus posibilidades de reivindicar sus propios derechos. Además, sus familiares y profesionales de apoyo constatan que se han reducido conductas problemáticas que les preocupan y, con ello, el número de medicamentos que tienen que tomar.

El acto en Aragón
En Aragón, el acto se celebró en el Centro Joaquín Roncal de la Fundación CAI-ASC en Zaragoza. Personas con discapacidad intelectual, familias, profesionales y personas de la comunidad dieron testimonio sobre qué implica la vida en comunidad, a través de hitos o aprendizajes alcanzados en la fase inicial del proyecto.

A través de distintos vídeos y fotos, se mostró el día a día de la vida independiente en el hogar y los apoyos humanos y tecnológicos que la hacen posible, destacando la importancia de que son las personas con discapacidad quienes toman sus propias decisiones. De forma presencial, Caridad Calvo, una de las residentes en las viviendas que gestiona Kairós en Zaragoza, relató cómo, Después de malas experiencias compartiendo piso, Mi Casa le ha cambiado la vida para bien.

También hubo un espacio para resaltar toda la parte de innovación que conlleva este proyecto. Por ejemplo, la creación de las nuevas figuras profesionales de los conectores y facilitadores comunitarios, cuyo papel es trabajar con el entorno cercano a las viviendas para favorecer la inclusión de los residentes en sus respectivas comunidades.

Igualmente, pudo verse cómo vivir en comunidad implica asimismo participar en la sociedad y contribuir a mejorarla. Es el caso de Inés, residente en un piso que gestiona Atadi en Teruel, que colabora con una protectora para perros abandonados. O el de José Manuel, que vive en un piso gestionado por Valentia en Barbastro, y cuyo párroco explicó a través de un vídeo lo activo que es su iglesia, donde incluso ejerce como monaguillo.

Tras los testimonios, todos los participantes seleccionan aquellos aprendizajes que consideran más relevantes, así como la forma en la que se pueden contar a otros agentes (entidades, administraciones públicas y sociedad). Y es que el fin último de Mi Casa, en esta recta final que ahora se encara, es lograr que el proyecto pueda ser sostenible y continuar en el futuro.

Para eso, el movimiento asociativo de Plena inclusión deber convencer a las autoridades que están obligadas a prestar servicios sociales a las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo de que estas tienen más oportunidades si viven en la comunidad. De ahí la importancia de esta fase final de escalado, en la que hay que comunicar los resultados obtenidos y difundir todos los datos en eventos y reuniones con los ayuntamientos y comunidades autónomas.

El proyecto ‘Mi Casa: una vida en comunidad’ cuenta con el apoyo de los Fondos Europeos de Recuperación NextGenerationEU, a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia aplicado por el Gobierno. Incluye la puesta en marcha un total de 66 viviendas en la comunidad, ocho de ellas en Aragón, en la que 284 personas con discapacidad intelectual y del desarrollo están teniendo la oportunidad de vivir en 33 pueblos y barrios de siete comunidades autónomas (Aragón, Cataluña, Extremadura, Comunidad de Madrid, Castilla-La Mancha, Región de Murcia y Canarias).

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